Los bebés en ocasiones son los grandes olvidados a la hora de planificar actividades, ya que se piensa que al no tener totalmente formada la parte motriz, no se le pueden ofrecer apenas estímulos.
El secreto para planificar actividades para esta edad, es centrarse en la parte sensorial. La calidad y cantidad de los estímulos que se proporcionen y los que reciban del ambiente que les rodea, serán los determinantes para un buen desarrollo.
Yo he tenido la oportunidad de llevar esto a la práctica con material reciclado, y numerosos son los beneficios y posibilidades que se obtienen a través de ellos.
Algunos de los recursos utilizados para estas ocasiones, pueden ser:
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Botellas sensoriales: estimulan su curiosidad, y si rellenan de agua, los objetos de su interior se mueven de forma pausada tras su agitación.
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Sonajeros: desarrollan la capacidad auditiva, entrenan la coordinación óculo-manual y la vistosidad de los objetos atraen a simple vista.
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Construcciones: es una forma divertida de desarrollar cada vez más su habilidad tanto al colocar unas sobre otras, como al introducirlas.
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Cojines y alfombras sensoriales: pueden ser muy atractivas al tacto por la cantidad de texturas que tienen y por los sonidos que emiten. Además, llaman la atención debido a la gran gama de color que abarca.
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Pelotas: es un recurso muy útil para aquellos niños/as que su parte motriz está más desarrollada, aunque a esta edad es importante introducir además otros factores como texturas o sonido.
En definitiva, todos estos recursos son muy ricos sensorialmente y abarcan multitud de posibilidades para que los más pequeños/as disfruten jugando y sobre todo, aprendan.
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